​La derogación de la Ley de Amnistía no viene a abrir las heridas –como algunos políticos han dicho-, sino al contrario, viene a abrir el camino que durante 23 años las partes políticas pactaron para no ser acusados de los crímenes atroces que cometieron. ¿Cuáles heridas? Las únicas heridas son las que los familiares de las víctimas han tenido durante todo este tiempo, pues hay un aproximado de 75.000 víctimas y que hasta la fecha no hay una sola persona condenado por estos crímenes; La sentencia de La Sala puede cicatrizar las heridas.

Los políticos, y en especial los de izquierda, andan enfocados en hacer creer que la Sala de Constitucional (esta actual Sala) busca dar una “especie de golpe de Estado”… se equivocan, porque desde hace mucho tiempo hubieron distintos pronunciamientos desde la Procuraduría de los Derechos Humanos, el IDHUCA, abogados constitucionalistas y hasta el mismo FMLN para derogar la ley. El temor que hoy tiene el FMLN (la elite del FMLN), es que están el poder y eso le restaría voto y hasta legitimidad en dado caso sus ex comandantes entraran en procesos judiciales: Sánchez Cerén, Oscar Ortiz, Nidia Díaz, Medardo González y otros.

En 1992 se firmó el cese de la guerra, no así de la paz. Paz aún no hemos tenido: las familias salvadoreños aun vivimos la agonía de la escasez de empleo, del temor a perder derechos básicos como agua, luz o vivienda, y la violencia jamás ha cesado. Con el cese de la guerra lo que obtuvimos fue que la guerrilla se hiciera partido político (FMLN), fue olvidar a las víctimas del conflicto y fue el olvido de poner a la familia como el centro de la sociedad y privilegiar a ciertos grupos de poder. Siendo estas parte del génesis de la corrupción y la impunidad de este tiempo.

A los únicos que no les conviene esta derogación es a los políticos. La sociedad civil organizada, los jóvenes, los padres trabajadores y menos los familiares de las víctimas, no tienen nada que perder, al contrario los que estamos fuera de la clase política ganamos… ganamos libertad, verdad, derecho y justicia. Esto no debe tratarse de una “cacería de brujas” contra guerrilleros y militares, esto debería ser, como dijo Gandhi: un “tribunal de consciencia”, algo que incomode a las partes involucradas y de paso a la justicia restaurativa.

Los que nacimos en los 90, debemos demostrar ser una generación diferente. Como se ha repetido muchas veces: no debemos ignorar/olvidar nuestra historia, porque si no volveremos a repetirla. El país no avanza por tanto odio, por intolerancia, y también por falta de proactividad en cada uno. Tenemos una oportunidad grande para un cambio generacional en la política, la empresa y la organización social… démonos cuenta que a algunos políticos se les llegó su tiempo con la justicia y la verdad.

Pero dicen algunos (justificando) que sin amnistía no hay acuerdo de paz. La amnistía es la madre cínica de los hijos hipócritas de un país: de aquellos que hoy gozan de privilegios con sangre en sus manos y de aquellos que dicen que nos representan, no son más y nada menos que “la mosca en la sopa”, aquello que arruina todo desde un inicio.

La Ley de Amnistía fue un error, citando a Gandhi: “un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo mundo crea en él”… “ganamos justicia más rápidamente, si hacemos justicia a la parte contraria”, o sea, a los familiares de las víctimas del conflicto, a los que nunca nadie los escuchó y nadie los levantó.
*Artículo publicado en Mediolleno

Publicado por Juan Carlos Méndez

Economista en el sector Industrial de El Salvador e interesado en la política.

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